20.8.11

Un llanto azul - Cuentos para leer sin rimmel



Me he cepillado el pelo hasta dejarlo brillante, me he puesto mi vestido verde, el que te gusta, y he cruzado la plaza para llenarme los ojos con esa luz que se cuela entre las copas de los árboles y deja dos escarabajos de oro en mis pupilas. Porque voy a verte.

Porque voy a verte aún sabiendo que es para decirte adiós, para que me digas adiós, para que me aprietes las manos entre las tuyas y me hables del amor que ha crecido entre nosotros, pero no es una enredadera que da campanillas violáceas sino una hiedra oscura, que nunca sabrá de flores.

Sé todo lo que va a ocurrir.

Rodará un llanto azul por mi mejilla.

La nombrarás para sentirte menos culpable. Hablarás de ella, de sus años de fervor y entrega, de las tranquilas paredes de tu casa, sacudidas por las pequeñas manchas que les hicieron las manos de tus hijos. hablarás también de ellos: dirás sus nombres con voz trémula, y yo me enterneceré y los acunaré en mi mente, como si me pertenecieran.

Es tu " yo pecador" hablarme de eso, después de haber soltado amarras, después de haber viajado conmigo entre tus brazos por un mar de ángeles sentenciosos y risas asfixiadas por tus besos y vientos de fuego quemándose en la sencilla y honda ceremonia de la pasión y el estremecimiento. Cuando me confesaste que no eras libre, ya estaba enamorada de ti, ya me querías.

Sentí que el universo se vaciaba y me tragaba en sucesivos terremotos; que me hundía buscando donde apoyar los pies.

Pero te quiero, dijiste.

Y la tierra volvió bajo mis pies, se cerraron las grietas, se soldaron los abismos, todas las cosas volvieron a su lugar.

Tan sólo una pátina gris sobre mi vida, sobre mi cuerpo, oscureciéndose, aplastando mis movimientos hasta volverlos lentos gestos de autómata.

Pero te quiero..

Me colgué de esas tres palabras para no morir. Entonces empezó la ansiedad de nuestros encuentros. Empezaste a nombrarla cada vez, a amarla para mí, para que supiera sus colores, sus actos, su forma de pensar.

Tan distinta a mí. Tan distante de ti y, sin embargo, teniéndote.

Porque tu no sabías, que era ella y no yo quien te tenía.

Y yo lo fui sabiendo, sin querer, sin proponerme saber, lo fui sabiendo día a día y fui ocultándotelo con miedo de que lo advirtieras.

Mientras no lo supieras me albergarías en un rincón de tu ser y de tu mente, y segurías pensando que yo era tu motor, que yo era la corriente de luz que te impulsaba, tu oasis, tu huerto y engalanado de frutos para el hambre y arroyos para la sed.

Egoísta, aferrada, empecinada, recortándote con el filoso cuchillo de la posesión, recortándote de tu estampa familiar en la que ellos te rodeaban, para alargar mi agonía.

¿ En qué momento descubre el árbol que su verdad es la raíz y no el libre ramaje que lo acerca al cielo y lo agita en el aire?...

¿ En qué momento ibas a darte cuenta de esto?. Unas semanas más y sucedió.

Era lo inevitable, lo esperado con miedo, lo presentido, eran los fantasmas corporizándose.

Me llamaste con una voz triste, pero segura y firme:

Tengo que hablar contigo, por última vez....

Bueno....

Mañana, me dijiste; a las tres de la tarde...

Y hoy es mañana.

Rodará un llanto azul por mi mejilla en el momento del adiós. Rodará un llanto azul por tu mejilla en el momento de la verdad.

¿ Porqué entonces este afán de gustarte, este cruzar la plaza para llenarme de luz dando la hora del encuentro, si sé que va a ser el último y nunca más, nunca, nunca más volveré a verte, volveré a estrecharme contra ti?.

Voy a morir un poco y me acicalo.

Voy al entierro de mi luz y me ilumino.

Voy al martirio y sonrío.

Endulzo el café, lo siento amargo.

Tiemblo, te quiero.

Voy a evitarte una tortura.

Voy a hacer algo por el amor que me recorre, que me aprieta frente al límite del olvido.

Llamo al camarero, pago mi café.

Huyo. Huyo de este lugar y del encuentro.

Me esperarás en vano. No verás mis ojos mojados. No tendrás que decirme tu discurso de despedida.

No responderé tus llamados, si me llamas.

Ya ves te facilito tu tarea, evito que te conviertas en mi verdugo.

No es un acto de arrojo solamente; es una forma de inventarme la manera de creer que hubiera rodado un llanto azul por tu mejilla en el momento de la despedida. Un llanto azul por mí.

Un llanto azul.

Porque si voy y estás sereno y duro, si voy y tus ojos permanecen secos, será la muerte verdadera, así...puedo llenar de azul este recuerdo..

De un llanto azul, un llanto azul por mí..

Poldy Bird (Parana - Entre Rios - Argentina 1941)

7 comentarios:

Axis dijo...

Me traés recuerdos con Poldy Bird, me recuerdo a mis doce/trece, leyéndo sus cuentos. A mi padre le molestaba que la leyera. Me lo decía con fastidio y todo. jeje. Pero para mí era toda intensidad, eran historias de amor, de desencuentros, de penas, de ilusiones vanas. Ya era una pequeña escorpiona apasionada!

Besos preciosa Isza =)


pd: debo decirte que no sé si es mi monitor o están cortadas algunas palabras en uno de los márgenes.

Isabel dijo...

Que lindo tu comentario =)

Yo tambien soy escorpiana!

Besotes!

Axis dijo...

Lo sé, lo puse de guiño astrológico y más, jeje

Besos!!!

EG dijo...

Se ve que Axis y yo somos del mismo rodado...

;)

Poldy Bird, mi mamá tenía un librito de ella, lo agarré a los 12 o 13 también y me lo leí todo. Como también todo lo de Corin Tellado, más tarde todo Agatha Christie...en fin, que qué bueno reencontrarla(me).

Un abrazo Isza

Carmela dijo...

Poldy Bird, magistral, como siempre. La historia, una triste historia que se repite eternamente y dónde siempre hay uno que pierde de verdad.
Besos Isza

(de otra escorpiana)

Isabel dijo...

Epaa pero estamos llenas de escorpianas por aqui! ;)

Yo leia a Poldy Bird desde los 14 mas o menos.. y como dices Emma, fue muy lindo volver a leerla entre mis cuadernos y apuntes, por eso lo quise compartir con ustedes.
Tengo muchos mas cuentos preciosos (por su forma de escribir) pero bastante tristes, los ire subiendo de a poco.

Besos a todas!!

Deivid Cavendish dijo...

Me mataste.