1.6.11
Hasta que la muerte los separe - Amy Benoit
Después de convertirte de un momento
a otro en un extraño, te paraste
súbitamente de la silla y fuiste
al dormitorio, con apuro, a hacer
en nervioso silencio la valija
que te iba a acompañar cuando te fueras
a dormir por un tiempo en el sofá
o en el cuarto de huéspedes de alguien.
Mientras te oía desde el comedor
revolver el placard y los cajones
con tu silla vacía frente a mí,
me acordaba de nuestro casamiento:
demasiada atención reconcentrada
en un único punto; ambos borrachos,
sobrellevando el afectuoso asedio
de parientes, amigos e invitados,
cumpliendo uno por uno los rituales
que nos permitirían, tras la fiesta,
ir a dormir y ser al día siguiente
ligeramente iguales que antes. Pero
me acordé sobre todo de los votos
que formulamos ante el sacerdote,
y pensé en sus palabras, tantas veces
repetidas: “en la prosperidad
como en la adversidad, en la salud
como en la enfermedad”; y me acordé,
la vez que te operaron del apéndice,
que cuando te llevaban al quirófano
levantaste el pulgar y me sonreíste
confiado: esa confianza es nuestro amor
y acabás de quebrarla. “A quienes Dios
ha unido”, repetía el sacerdote,
“no los separe el hombre”, aunque también
dijo “hasta que la muerte los separe”,
y ahora no dudo que las almas son
al fin solteras en la eternidad.
Amy Benoit (Canadá)
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6 comentarios:
¡Como siempre HERMOSO!
¡¡Besote enorme y lindo miercoles!!
La verdadera uniónno laimpone nadie ni nada. Existe o no.
Muy bueno Itzsa
Bastante doloroso. Conmovedor.
muy bueno.
mientras leia , pense que lo habias escrito vos isa!!... que verdad eso de las almas solteras!!
Ufff ojala escribiera asi Vicky! si un dia llego escribo un libro, seguro! jaja!
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